CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

17 de junio de 2025

ENCUENTRO




Estábamos tan lejos el uno del otro.
Mares había entre nosotros.
Montañas y agua.
Fuego y viento.
Largos años
de oscura
desesperación
había entre nosotros.

Pero nos encontramos,
a pesar de todo,
porque la vida lo quería
ciegamente.


Otto Rene Castillo

NO TENGO NADA QUE PERDER




Aquel nocturno yerbazal, al borde
del declive de acebos, ciegamente
buscado entre el vislumbre
del amor, bajo el troquel efímero
de la naciente luna ciñe
con sus trémulos odres toda
la historia de mi vida, el privilegio
de mi junta y profética memoria,
y allí estará mi vocación gestándose,
cómplice cuerpo transitorio
fronterizo del mío para nunca.

La tierra genital, los estandartes
fugitivos del sueño, la prohibida
palabra, permanecen
junto al amor que escribo, tachan
con su verdad los nombres
de mi boca.

Compartida codicia,
¿qué haré con este cuerpo
sin el tuyo?

Subí desde la sombra
hasta la luz, puse mi mano
en el aire vacío. Aquí
me entrego, dije,
no tengo nada que perder.
Cuántos
turbadores resquicios fraudulentos
se desvelaron para mí, mientras anduve
tropezando.

En la pared aquella,
cerca de la hondonada parpadeante,
bajo el metal marítimo fundido
entre los dos, fui desnudado
del lastre primerizo de mi alma
y levanté los ojos hacia el cuerpo
aterido. Aquí me entrego, dije,
preso estoy en mi propia libertad.


Jose Manuel Caballero Bonald

16 de junio de 2025

TAN SOLO MI DOLOR





Tan solo mi dolor
pregunta ciertas
cosas importantes.
Tan solo mi dolor
suele hablar contigo,
sin que nunca lo sepas,
sin que te duelan
los ojos o la voz.
Sin que tu sombra
me cubra con su cuerpo
lleno de hierba negra.

¿Dónde murió
tu primer beso?
¿Quién conserva
tu primer rostro?
¿En qué tacto
aletean todavía tus senos?
¿Por qué buscas
en la noche mi piel?
¿Por qué abrazas
la bandera que levanto,
con orgullo?
¿Por qué rehúyes
a tu gente por mi lucha?
¿Por qué se te muere
cristo en la pupila?
¿Por qué acudes
a luchar conmigo,
contra el odio y el hambre?
¿Por qué, pequeña burguesita,
te llenas de mi rabia profunda?

Amor, amor,
te duele más
de lo que tú te dueles,
sin que lo sepa tu dolor.


Otto Rene Castillo

VIVO ALLI DONDE ESTUVE




Desde un lugar que aprendo
a recorrer cada mañana, vuelvo
sobre mis pasos y te espero
allí donde estoy solo.

Matinal
ofertorio del sueño, escribo el nombre
de tu vida, te vas desentrañando
entre las hoscas hojas traicionadas
en la noche. Eres la reclusión
donde me sacio, el acuciante
azar en que te tengo
cada día, amor propiciatorio que reúne
lo perdido.

Vivo allí donde estuve,
junto al mar delirante, libre
velocidad inmóvil orillada
de fuego, bosque lustral
de la alegría.

¿Qué me queda
de aquel itinerario, habitaciones
clandestinas, bautismales refugios
de única verdad, qué me queda
detrás del sortilegio? Ser
feliz un instante y perderte, mientras
vuelvo sobre mis pasos cada día.


Jose Manuel Caballero Bonald




15 de junio de 2025

TULIPANES ROJOS



A ti, Karen, que descubriste para mí
el mundo estupendo de las flores.


I

Ni el sol
ni la luna
trajeron
a mi alma
este día
tanta luz
como tus manos,
vida mía.

Hacía largo ya
que todo me decía,
los niños,
las palomas,
los tejados sin humo,
el paulatino
irse poniendo alegre
de la gente,
que éramos todavía
un poco de primavera
más jóvenes
que lo seremos
el próximo verano.

Pero faltaba este día,
sencillo y mucho como el mar,
para que en mí la primavera
comenzara, como siempre, a cantar.

II

Desde el piso donde vivo,
en esta calle Mendelssohn
del viejo Berlín,
he visto pasar
la vida
tomada de la mano,
alumbrada
por un anciano farol
que, según dicen los vecinos
más antiguos, nunca dejó de alumbrar,
ni aún en las noches más amargas
de la postguerra mundial.
Y desde aquí te he visto,
cuando cruzas la calle,
estupenda como el amor,
joven como la vida,
sencilla y noble
como el mundo socialista
donde vives.

Ahora,
de espaldas a la ventana,
la luz del farol
se regocija
seguramente en mis cabellos,
así como lo hace ya
en el fondo de tus ojos,
cuando hacia mí
avanza,
como un río en llamas,
tu cuerpo.

III

"Cierra los ojos",
me dices
y te pones frente a mí.
Cuando los abro,
tus manos
sueltan a mis ojos
una bandada de tulipanes
rojos,
que le dan entonces
a mi alma,
la luz que no le diera
el sol
esta mañana,
ni la luz que la luna
y el farol
están pugnando por vivirle.

IV

Pecho adentro,
en los tulipanes rojos,
la primavera se alegra
cuando digo:
"¡Qué gesto más tulipán
has tenido este día,
amor mío!",
y me quedo besando
hondamente
la bondadosa ternura
de tus manos,
mientras hundes,
de seguro,
lo azul de tu mirada
en el áspero abismo
de mi rostro.


Otto Rene Castillo

ENTRA LA NOCHE COMO UN TRUENO




Entra la noche como un trueno
por los rompientes de la vida,
recorre salas de hospitales,
habitaciones de prostíbulos,
templos, alcobas, celdas, chozas,
y en los rincones de la boca
entra también la noche.

Entra la noche como un bulto
de mar vacío y de caverna,
se va esparciendo por los bordes
del alcohol y del insomnio,
lame las manos del enfermo
y el corazón de los cautivos,
y en la blancura de las páginas
entra también la noche.

Entra la noche como un vértigo
por la ciudad desprevenida,
rasga las sábanas más tristes,
repta detrás de los cobardes,
ciega la cal y los cuchillos
y en el fragor de las palabras
entra también la noche.

Entra la noche como un grito
por el silencio de los muros,
propaga espantos y vigilias,
late en lo hondo de las piedras,
abre los últimos boquetes
entre los cuerpos que se aman,
y en el papel emborronado
entra también la noche.


Jose Manuel Caballero Bonald


14 de junio de 2025

TU MADRUGADA, PATRIA




Así concibo yo a mi patria,
que otros la conciban como quieran.


Anduve viajando
muchos años
por el mundo,
con el lucero
de tu nombre
en los ojos.

Y no hubo
una sola mañana,
que se fuera
sin algo de lo tuyo.
Cuando el alba
llegaba, ya estabas
repartiendo tus gestos,
extraños y lejanos,
desde la oscura colina
de mi rostro.

"¿Por qué la quieres
tanto, me decían,
si es amarga y cruel
como el alma de un basta?
¿Por qué, si es tan chiquita
y tan hambrienta, que en ella
a uno sólo le queda por delante
la ardua tarea de morirse?

Pero yo siempre respondía,
que te quiero tanto,
porque aún sumido en la tiniebla
oyendo el largo llanto
de tus hijos,
no puedo ignorar
que detrás de mí
comienza, en verdad,
tu madrugada.

Luego te alegrabas
en el fondo de mis ojos,
y volvías tu rostro
con ternura,
tal vez en busca ya
de los hijos
que están todavía
por venir.


Otto Rene Castillo

LA VUELTA



Por el camino se me van cayendo
frutas podridas de la mano
y voy dejando manchas de tristeza en el polvo
donde quiera que piso;
un pájaro amanece ante mis ojos
y en seguida anochece entre sus alas;
la asamblea de hormigas se disuelve
cuando en mí la tormenta se aproxima;
el sol calienta al mar en unas lágrimas
que en el camino enciende mi presencia;
la desnudez del campo va vistiéndose
según van mis miradas acosándole
y el viento hace estallar
una guerra civil entre las hierbas.

Noticia triste de mi cuerpo dictan
las verdes amapolas en capullo,
la codorniz se espanta
y asusta al macho con historias mías.
Vengo desnudo de la hermosa clámide
que solía vestirme cuando entonces:
clámide con las voces de los pájaros,
el graznido del cuervo, la carrera veloz de la raposa
–a la que llaman zorra mis parientes–,
del arroyo que un día se llevaba mis pasos
y de olores de jara y de romero
hace tanto tejida.

Días de mi ascensión, cuando el lagarto
solía conocer mis intenciones,
cuando solía la retama
pedirme venia para echar raíces,
cuando algún cazador me confundió
con una piedra viva entre las piedras.
Pero yo te conozco, campo mío,
yo recuerdo haber puesto entre tus brazos
aquel cuerpo caliente que tenía,
haber dejado sangre entre los surcos
que abrían los caballos de mi padre.
Yo te conozco y noto que tus senos
empiezan a ascender hacia mis labios.


Jose Manuel Caballero Bonald

13 de junio de 2025

RESPUESTA





Si me preguntaras
qué es lo que más quiero
sobre la anchura de la tierra,
yo te contestaría:
a ti, amor mío, y a la gente
sencilla de mi pueblo.

Dulce eres, como la tierra.
Como ella frutal y hermosa.

Pero a ti te quiero.

No por lo bella que eres.
Ni por lo fluvial de tus ojos,
cuando ven que voy y vengo,
buscando, como un ciego, el color
que se me ha perdido en la memoria.
Ni por lo salvaje de tu cuerpo indomable.
Ni por la rosa de fuego, que se entrega
cuando la levanto del fondo de la sangre
con las manos jardineras de mis besos.
A ti te quiero, porque eres la mía.
La compañera que la vida me dio,
para ir luchando por el mundo.

Amo a la gente sencilla de mi pueblo,
porque son sangre que necesito
cuando sufro y me desangro;
hombres que me necesitan cuando sufren.
Porque nosotros somos los más fuertes,
pero también los más débiles. Somos la lágrima.
La sonrisa. Lo dolorosamente humano. La unidad
de lo mejor y de lo más deplorable. Lo que canta
sobre la tierra y lo que llora sobre ella.
De ellos recibí esta vez, este corazón inquieto,
que me apoya y me fortalece y tt1e lleva consigo.

Por eso los amo como son
y también como serán.
Porque ellos son buenos
y serán mejores.
Y juntos nos jugamos
el destino, con nuestras
manos que todo lo construyen.

Así amo yo la vida
y amo a la humanidad,
amor mío,
cuando te amo y amo
a los hombres sencillos
de mi bello y horrendo país.


Otto Rene Castillo

CENIZA SON MIS LABIOS




En su oscuro principio, desde
su alucinante estirpe, cifra inicial de Dios,
alguien, el hombre, espera.
Turbador sueño yergue
su noticia opresora ante la nada
original de la que el ser es hecho, ante
su herencia de combate, dando vida
a secretos cegados,
a recónditos signos que aún callaban
y pugnan ya desde un recuerdo hondísimo
para emerger hacia canciones,
puro dolor atónito de un labio, el elegido
que en cenizas transforma
la interior llama viva del humano.

Quizá solo para luchar acecha,
permanece dormido o silencioso
llorando, besando el terso párpado rosa,
el pecho triste de la muchacha amada;
quizá solo aguarda combatir
contra esa mansa lágrima que es letra del amor,
contra
aquella luz aniquiladora
que dentro de él ya duele con su nombre: belleza.


Jose Manuel Caballero Bonald